Esa tarde se vistió delgado


Sí…

Hace tiempo que él se vistió de verde, jeans grises y mirada curiosa triste, se calzo unas pisadas lentas, se acomodó las pestañas y me miro, así como solo sabe ver la eternidad. Aquella tarde de mirador, se nos olvidaron las letras, los acordes, por el antojo de nuestros labios risueños, y no pasó nada, o casi nada, si acaso un par de absurdos y torpes besos juguetones junto a la carretera, nada que no se pueda olvidar (pensé)… Solo que desde entonces, empecé a tararear su nombre en mi habitación, y así le fui haciendo a su imagen mi canción. Algunas madrugadas como esta, trastorna mis ganas de correr sin fin hacia el asfalto a buscarle, reírle, montarme en su navecita color vino, amarrarme fuerte a la ilusión de ser lo que nunca hemos podido por la terca distancia. Él viste delgado con el color de la inspiración y usa el desvelo de nuevo para apoderarse de mi talle, de mis alas hechas piel acariciando su sexo. Hace tiempo de todo aquello y hoy, voy dando traspiés en la rutina de estos días que me tienen anestesiada, le siento lejos, le pienso largo, justo a la misma altura del ayer.

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