Enero 01, 17
La declaración cayó como bomba en mis ojos que se dilataron al máximo poniéndose
rojos, hinchados, tan aguaceros... Al menos tuvo la decencia de hacerlo un poco
antes de que comenzase el año en curso, porque si no habría arruinado la torpe
costumbre de almacenar en un hoyo profundo las cosas malas que ocurrieron
en el año que se acaba de ir. Qué mal que nunca he sido buena para cobrar,
si no ya me estaría pagando todos los besos y las mordidas junto con sus noches
y días enteros, encerrados en alguna oscura habitación de cualquier ciudad que planeábamos visitar juntos, pero no; soy mala para
arrebatar lo que necesito y amo, carente de amor propio para quedarme o irme para siempre, así que mejor me guardo las ganas en un horrible café que se me
escurre por entre las piernas y maldigo el dolor gástrico que me ataca como fiera
rabiosa por la emoción… y ya resignada, sigo trabajando en lo que sí me sale
bien; sobrevivir.
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